“Chiquián abre sus brazos al turismo”

 


Es uno de esos últimos páramos donde la vida transcurre silente bajo el arrullo del viento y el sol. Está en la provincia ancashina de Bolognesi
Gorra del Coronel Bolognesi

La hermosa campiña de Chiquián, en la provincia de Bolognesi, ofrece al turista siempre nuevos atractivos. Es que allí se han encontrado, hace muy poco, impresionantes grabados prehistóricos que dan testimonio de sociedades de hombres primitivos errantes que se dedicaban a la caza y que, al observar el favorable clima de la zona y la abundancia de los animales y plantas, no dudaron en asentarse allí permitiendo su sedentarización.

Este hallazgo forma parte del circuito turístico ‘La Ruta de la Cantuta’, que ha sido plasmado en el documental Llamanani, el camino de la llama, del cineasta ancashino Roberto Aldave Palacios. En este video, que será difundido en los próximos días, se muestra la importancia que tuvo y tiene la llama en la vida económica y ritual de las sociedades andinas. También se podrá apreciar pinturas rupestres y petroglifos de diversas escenas de la vida en comunidad con este animal.

En un recorrido por la ruta se pueden apreciar los alucinantes páramos ubicados sobre los 3 mil metros y la belleza de la laguna de Conococha, donde extensos rebaños de corderos, arriados por pintorescos pastores, arriban para beber y comer de las plantas que crecen al pie de los cerros.

Estas son imágenes casi extintas que hay que saber valorar, así como los pueblos de Corpanqui, Canis, Llaclla, Gorgorillo, Mangas y Ticllos, perdidos en el tiempo. En el último de ellos, se ubica el ‘Castillo de Ticllos’, de similares características a Chavín de Huántar, y que espera ser puesto en valor. El paisaje que lo rodea no tiene pierde: cantutas de siete colores son un privilegio de la zona.

USOS Y COSTUMBRES. Asimismo, en el pueblo de Cuspón quedan aún costumbres que llaman la atención. Una de ellas es el uso moderno de los quipus. Aquí son usados con fines funerarios, registrando recuerdos importantes de la vida de un difunto. Los entierran junto a él para protegerlo de los malos espíritus en su otra vida. Esta ruta desciende hacia la ciudad de Chiquián, un oasis de paz donde el visitante puede comer y beber bajo un paisaje inigualablemente verde y florido.

Reportado por el diario Peru21

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