Navidad en Aquia
Se acercaba la navidad y veía que mis amiguitos se ponían bien contentos hablando de los juguetes que iban a tener. Yo me quedaba calladita porque sabia que no iba a recibir nada. Tenia 8 añitos y desde que recordaba nunca había recibido un juguetito de mis padres en navidad. Mi familia vivía en una pequeña casita en Aquia que tenia dos cuartos. Uno era la cocinita, que no tenia puerta y daba a un patio pequeñito que conectaba al otro cuartito, que era usado como dormitorio. En el dormitorio había una camita donde dormían mis padres y en un rinconcito, en el suelo había un colchonsito donde dormíamos mi hermanito menor y yo.
Cuando llego la Navidad, mi hermanito me despertó y salimos al patio a saludar a mis papitos que ya estaban levantados. Cuando saludaba a mi mami, me dice, "tu madrinita va venir a verte anda a lavarte y peinarte". Yo pensé, mi madrinita, quien es mi madrinita, no la había visto ni escuchado antes, quise preguntar pero me quede calladita.
Espere todo el día por la anunciada visita y como a las cuatro de la tarde, tocaron a la puerta y mi mami hizo pasar a una señora elegante que tenia dos regalos en sus brazos.
Escuche decir a mi mami "Buenas tardes y feliz Navidad Delfina. Rosa ven a saludar a tu madrina" Me acerque y la salude y me dio el regalito mas grande a mi y el otro pequeño a mi hermanito. Mi hermanito abrió su regalito rápidamente para ver un carrito volquete rojo y amarillo. "Que bonito" atino a decir para salir corriendo a la calle, de seguro para mostrarlo a sus amiguitos.
Yo me quede como en un sueño abrazando el regalo y mirando a mi hermanito salir de la casa, gritando "Gracias madrinita".
El momento que siempre había deseado, el de recibir un juguetito en navidad había llegado y no sentía ninguna emoción, Era como si iba a despertar y iba a ser como siempre, pasar la Navidad como cualquier otro día, envidiando a los otros niñitos que tenían juguetes.
Al abrir mi regalo vi a la muñeca mas bonita que había visto en mi vida. Sentí muchas emociones juntas, mis ojos se llenaron de lágrimas. Abraze a mi madrinita, le di un beso en la mejilla, le agradecí por el regalo y corrí a mi colchonsito del cuarto. Puse mi muñequita encima de la cama y llore de alegría.
Ahora ya mayor y con 29 años de edad recuerdo esa navidad como la mas especial de mi vida.
Rosa de Aquia
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