Uno de los momentos mas emocionantes es cuando las Bandas de músicos interpretan una marcha fúnebre, como saludo a nuestra santa patrona, Rosita de Lima, en la puerta de la iglesia de Chiquian, en la noche del 28 de Agosto de cada año; ritual tradicional y obligatorio; en ese momento los que acudimos a presenciar dicha tradición, oramos mentalmente agradeciéndole a nuestra Virgen por llevarnos ante ella; recordamos a nuestros seres queridos que partieron hacia la inmortalidad, y que también les rezaban; recordamos a nuestros hijos que quedan en casa, por quienes vivimos y luchamos a brazo partido; le rogamos por la salud y felicidad de ellos, y para que nos devuelva sanos y salvos junto a ellos.
Hoy a pocas horas de viajar al reencuentro con mi Chiquián querido, al culminar de hacer equipaje desde días antes, pletórico de alegría y emoción por todo lo que conlleva vivir instantes en aquel paraíso donde tuve la suerte de nacer, deseo dedicarle algunos pensamientos a mi terruño añorado:
Chiquián
Estoy corriendo a estrecharme en tus brazos pueblo añorado,
Sentir tu regazo cálido, amoroso, como cuando niño,
Sentir tu calor primaveral, tus vientos de Eucaliptos aromados,
Y llenar mis pupilas de tus bellas campiñas, y de tu cielo dibujado.
Chiquián, cuando el tiempo pasa, más te extraño,
Será tal vez que por la edad nos va ganado el sentimiento,
O será la añoranza de recordar lo mas bello vivido,
Siempre estas conmigo en mis mejores pensamientos.
Ansío, caminar tus empedradas calles de barrio arriba,
Beber sorbos de agua pura y cristalina del oro puquio,
Sentir el olor a cedrón al pasar por la casa de Eric Morán,
Y oír en el viento la guitarra de don Pedro loarte y de mi amigo Oshva Pardo.
Llegar al Tulpajapana fiel y mudo celestino,
Testigo y sabedor de mis apasionadas vivencias,
Campiña de Eucaliptos altos y frondosos,
Que se alegraban al mirar mis iniciales romances.
Mojarme en las tibias aguas del escondido Usgor,
Edén silvestre, rinconcito adecuado que invita al romance, y
Contemplar desde allí la acuarela de Aynin y todo su valle,
Obraje, aquel que tuvo su esplendor en tiempos idos.
Rezarle al Señor de Cáyac, Bendito y milagroso,
Sentir paz en el corazón al estar en su capilla;
Rogarle por los hijos, por los padres y por el amor,
Por uno mismo por la buena salud, y el trabajo.
Antes que todo, hincarme ante mi santa,
Rosita de Lima, virgencita milagrosa,
Mirarle a los ojos y entregarle mi alma,
Suplicarle su bendición, su guía y su protección,
Gratamente: Juan José Alva Valverde.
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