Tenemos pesar y, sentidos estamos muchos en el mundo, por su prematura desaparición física. A don Armando lo vimos circular, alguna vez, por las cuadras finales de la avenida Arequipa, por donde vivía.
Hace unos años, lo llamamos por teléfono para una entrevista radial y, con agradable sencillez, nos respondió que salía de viaje y que podría ser después.... Todo un personaje, de gran temperamento y personalidad, la de los que al irse dejan vacíos profundos e insuperables....
Aún recordamos "En la Selva no hay estrellas" que, durante buen tiempo estuvo en cartelera, la dieron en el cine América en Barranca, en aquellos años generacionales de ensueño de nuestra adolescencia. Este laureado cineasta, daba las pautas del proceso propio del buen cine nacional, luego de algunas escasas películas mexicano-peruanas de entonces, como en 1964 "Operación Ñongo" con Cachirulo y Copetón (de allí recordamos: la canción Rosaura Lindaura de las famosas Hermanitas Rosario, a la soprano María Olivos, a Rulito Pinasco,,,, o "Seguiré tus pasos" con los niños Chacha Hormazábal y Juliancito Bravo, al recordado Padre Fray José Mojica de Guadalupe, antes gran actor y a otros participantes ....
Fueron "En la Selva no hay estrellas" y "La Muralla Verde" los primeros films del cine nacional, competitivo y dramático, de una realidad que era necesario mostrar en las pantallas, más aún, él en su condición de conocedor directo de una selva que hasta entonces casi no era tomada en cuenta, a pesar de su compleja composición social. Eran épocas en que, la convulsiòn social y cruda situación de desigualdaes y atrasos enormes, escapaba -al influjo de la realidad misma y las evidencias- del maquillaje y mascareta que le colocaban las clases dominantes con eterno poder político y económico.
Por eso, el cine que él nos trajo, como visión descarnada de nuestro Perú selvático, entonces, contribuyó a conocer nuestra realidad, bajo su brillante condición de cineasta y, plasmando su obra literaria, a través de su obra -acorde a los tiempos aquellos- sinceró la pantalla del sétimo arte.//. En estas pocas palabras nuestro amplio pesar. Rosa D. Trinidad Carrillo. Veamos este su gran testimonial en un círculo cinéfilo:
Una Clase De Cine
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