A Ñ O R A D O

C H I V I S

 

 

Simplemente me basta pensar en una paloma torcaza, para que como una parvada de loros lleguen raudos y bulliciosos los recuerdos del estanque de aguas cristalinas que tenia escondida entre malezas, eucaliptus y alisos la caprichosa ladera de chivis.

Y tropezándose unos a otros las ideas queriendo ser una de ellas las primeras, alborotan mi corazón angustiado y cuando mas azorado me encuentro, miro al cielo pidiendo ayuda y veo en el límpido azul de tu techo caprichosas nubes escribiendo los nombres de todos los que tanteábamos de tu agua. Chivis, quebrada caprichosa y llena de infranqueables rutas, algún día podrás contarme de donde sacas el agua para llenar tu estanque, algún día podrás decirme porque con tanto frenesí me ofrecías tus cristalinas aguas. Algún día podrás decirme porque con cuanta ternura lavaste mi cuerpo y curaste mis heridas.

Intento comparar la más hermosa poesía, el más esplendoroso día con la belleza de tus cristalinas aguas, y por donde miro no encuentro ni la más remota medida que pueda semejar siquiera la pureza de tus humedades.

Los alisos que bordeaban tus estancadas aguas, con sus largas ramas que de trampolín nos servían, al no sentir el peso de nuestra adolescencia, hoy sufren igual que nosotros de tristeza y una a una como si estuvieran protestando, ya no besan tus aguas como cuando jugábamos contigo.

Con bastante amargura quiero decirte que tampoco yo ya no puedo como antes correr cuesta abajo por tus caminos de cabras y shulacos, mis torpes rodillas parece que ya no obedecen los mandatos del cerebro, mi pisada se ha hecho incierta y con bastante miedo miro tu caprichoso camino, que a punta de correrías lo hicimos para llegar sonriendo a tu vera para poder conversar un rato.
Gorra del Coronel Bolognesi

Y nos estamos quedando solos, estoy seguro que tú ya no escuchas las rizas despreocupadas de los que allí jugábamos ni tampoco la carcajada sorda del tío Pablo cuando nos encontraba infraganti y echaba nuestras ropas al centro mismo de tu estanque, que nosotros sacábamos asustados a la hora que él se iba.

De tu agreste cima contemplábamos orgullosos el recorrido del rio Aynin, pero tu Chivis nos regalabas la frescura de tus encantadas aguas, el aroma de tus alisos, eucaliptos y hierba santa y prestos corríamos a tu encuentro para poder conversar con tus aguas para poder escuchar el silbido de los vientos y el susurro de la hojas de tus arboles.

Ho Chivis , gritare siempre que te quiero, porque junto a ti crecieron mis anhelos, mis destrezas y habilidades y te juro que antes de cerrar los ojos llegare al mismo borde de tu estanque para recordar aunque sea un ratito los versos que cante contigo y escuchar los huaynos que los arboles con el viento me cantaban al oído.

Lutapurikog8.


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