Me quedo mudo y absolutamente asombrado, por la entereza y colosal temple del médico padre, del profesional correcto, del hombre honesto, del progenitor grandioso que tuvo que llevar sobre sus hombros, la penosa tortura de buscar a su hijo en el cañón del Colca 204 días y noches. Incansable, indoblegable, tenaz, concentrado…mirando el horizonte, gritando a las gigantescas grietas de los verticales abismos que devolvían su voz, pero no a su vástago.
Este ser bienhechor parecía de roca viva, pero la noche del reencuentro con Ciro hijo en la morgue de Arequipa, se quebró, su naturaleza humana no aguanto tanta tensión y levantando temblorosamente su mano izquierda asiendo su frente, lloro desconsoladamente frente al cadáver de su primogénito.
Uno cría a sus hijos con total cariño
Buscando que su alma sea de Armiño
No importa si es barbado o lampiño
Es tu retoño y lo cubres con rebociño
Sus rabietas infantiles de amor las tiño
Y el castigo en mi ancha correa las ciño
De adolecente sus desplantes constriño
Porque nunca dejará de ser mi niño
Por un momento, solo por un momento creo que todos los padres o quienes hemos seguido de cerca el desenlace de esta terrible historia, nos hemos puesto en el lugar de Don Ciro, hemos reclamado silenciosamente un poquito de humanidad de su enamorada, un rasgo de dolor por la desaparición del compañero, un hálito de piedad por el padecimiento de su familia o un añico de misericordia de parte de ésta sonriente e inmadura fémina frente a tanta incertidumbre. Pero no es mi intención juzgarla, para eso está Dios todopoderoso y la displicente justicia de los hombres, pero su actuación desde el instante mismo de la desaparición ha sido decepcionante por decir lo menos, comprendo que tuvo también días de desamparo y soledad, pero su actuación desdice sus apreciaciones. Cualquier persona que pierde aunque sea una mascota, se acongoja, sufre y reclama solución al problema.
Rosario de muy mala gana
Como una veterana gitana
Y con voluntad de tirana
Actuó a nivel de samaritana
Como de la esquina su fulana
De voz y palabra palangana
A Ciro negó cual pagana
Como cualquier casquivana
Y es que después del rescate del cuerpo del enamorado, todos nos hemos sentido identificados y acongojados con el dolor de esta familia, una madre que con mirada suplicante y llorosa del brazo de su estatuario esposo, murmuraba una oración de clemencia al Señor de los Milagros para que encuentren a su hijo, destrozadas ya las ilusiones de encontrarlo vivo, ella imploró por su cuerpo, para darle cristiana sepultura… avejentada y dolida cual María Magdalena, abrazó el madero roano del ataúd y dobló su cana cabeza como si le pesara una tonelada, no sabemos si agradeciendo a Dios por el hijo hallado, o en señal de resignación porque nunca más vería a su hijo entrar jugueteando a su hogar y agarrarle la cabecita con cariño… todo un drama que la joven Rosario nunca sintió como suya.
Perder a un hijo es muy doloroso
Porque es un designio horroroso
Para un padre amoroso
Sabe a extremo canceroso
Porque Dios todopoderoso…
Consientes este dolor ulceroso
Calma el corazón lloroso
De Don Ciro, honroso
Pañuelos blancos al aire despidieron a Ciro en Arequipa y pañuelos blancos lo recibieron en Lima, que gesto tan sublimal de la gente que no sabía cómo mostrar su adhesión a la familia, es un guiño mudo y entregado de un pueblo que se duele por una muerte absurda e innecesaria, es un apego piel a piel con quienes desafiaron al destino y a la madre naturaleza para desentrañar su desaparición, fue una muestra de amor paternal inconmensurable y una promesa cumplida a su compañera que le dijo que lo encontraría. A todo esto, imagino la otra familia involucrada temerosa y meditabunda, no porque sean o no culpables, sino porque saben en el fondo de sus corazones, que no actuaron con lealtad ante el dolor y no supieron sino mostrar los dientes cuando los otros lloraban.
Hay golpes tan fuertes, dijo Vallejo
Como el odio de Dios, capillejo
Desarma corazones cual castillejo
Como la astada letal del novillejo
Los riscos rasgaron su dócil pellejo
Como lijar una dermis de hollejo
Como vía crucis de viejo Caballejo
Sumiendo su muerte en cruel ovillejo
Que les parece
La pluma del cernicalo
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