Jadeante y adolorido corría como un zorro tu empinada subida llevando en hombros el mástil de una bandera y mientras el sudor lamia con fuerza mi frente mi corazón adolescente desbordaba de alegría porque llegaría al sitio más alto de tu cima para plantar la bicolor de mi Perú.
Jaracoto cerro caprichoso lleno de pencas, hualancas y shilcos, celestino de amores insipientes, morada de vientos y nubes, hoy abrigarás con tu manto el mástil de la bandera peruana que con orgullo flameo en Arica de la mano del valiente Coronel.
Y mientras mis manos escarbaban tu seno dejando abiertas las venas de mis heridos dedos, mi razón y mi corazón volaban raudos como la pacapaca faldeando tu escarpada ladera, mirando absorto y sorprendido de ver tanta hermosura, con la luz de los mecheros en tu erizada ladera.
Por la boca herida de tus pencas supe que tú me querías y que cada mañana de junio mirando tu reloj de maragueru esperabas ansiosa que yo llegara para colmarte de besos con mi mirada y arrullarte tiernamente con mi airosa pisada.
Por los silbidos de tu viento, se que preparabas los huaynos más hermosos para que yo lo escuchara y después embelesada me pidieras que lo cantara, y yo esclavo de tus caprichos por los favores recibidos y jamás divulgados, humildemente amoroso aceptaba, para que tú no te enojaras.
Muchas mangadas de lluvia han pasado desde que estrenaste junto a mi tu último vestido, y hasta ahora no concibo, porque me aleje tanto tiempo de tu lado, yo creo que hasta me has olvidado y has olvidado el romance que tuviste conmigo es por eso que ahora no me recibes como antes, será porque me has cambiado por otro, o es otro el que ahora duerme contigo.
Ayer con mucho esmero prepare toronjil en el fogón de tu cocina, pero la leña de hualanca y shilco que me diste no alcanzo para hacer hervir el agua, y yo compungido lleno de dolor y amargura tuve que tomar de tus manos el toronjil mal hervido que tú me habías servido.
Tengo una pena tan larga que a veces cubre con creses el desnivelado cerro de tu cielo, pero si hubiera hablado y tú me hubieras escuchado estoy seguro que juntos nos hubiéramos reído y le hubiéramos sacado la lengua al tiempo y los años que solo buscan en nuestras entrañas la risa y el canto que celosamente guardamos.
Jaracoto, aun no concibo el porqué de tu enojo será por los años que han doblado mi carrera o tal vez porque ya no puedo llegar jadeante y airoso a la cima de tu ladera.
Lutapurikog8
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