Madre, te he negado hasta hoy mi regreso
Porque mi ingratitud desató su mangada
Porque mis miedos aún se aferran a tu paciencia
En cada tarde de aguacero, en mi tristeza
No creo que no sientan tus apurados pasos
Mi llamado, en mi más profundo sueño
En cada gesto que me refleja el espejo
En cada guiño de mi hijo, en tu recuerdo
Madre, cuando atraviese el umbral de la puerta
Beberé cada sorbo de tu desesperanza
Lavando tus reclamos y desconfianzas
En ese beso anhelado tan postergado
Después, nos sentaremos a reír en el fogón tibio
Y tus palabras escribirán en mi corazón, lagrimas
Mientras Chiquian, oscurece sin darse cuenta
Que un hijo tuyo y de él, ha regresado
Madre, esconde mi ausencia en cada adobe de la casa
En cada nido de pájaro, en el manzano
En cada resquicio de tu ternura herida
Y guárdame en solo un pliegue, de tu sonrisa
Entonces sabrás Madre, que estoy oculto
Que vivo dentro de ti, en el iris de tus ojos
Y que los truenos del olvido, no te han negado
Como negaron a Dios, en el génesis del pasado
La Pluma del Cernicalo
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